Emigración judía – Editorial

Emigración judía

¿Por qué tratamos de la emigración judía en el siglo XIX?

Ante todo, porque teníamos que hablar de la emigración de los europeos. Elegimos tratar principalmente de la emigración de los judíos en el siglo XIX.

La redacción quiso publicar a un hombre que cuenta la vida de su abuelo, cuando era un niño. Al final del siglo XIX, los judíos perseguidos en Rusia tuvieron que migrar a la Argentina. Después de haber comprado las tierras y de haber llegado, la decepción fue grande. Las tierras que habían comprado no eran disponibles. Pero mediante ayudas pudieron sobrevivir. ¡Es una buena moraleja porque siempre hay que alcanzar sus objetivos y deseos !

Para lo que es de la imagen, elegimos una foto simbólica, la de la ciudad de Moisés Ville, donde vivió el abuelo de nuestro testigo.

El camino a la fortuna – Editorial

La Casa de Indianos la podéis ver en Colombres, en España. Es una gran casa azul ¿pero sabemos quién ha construido esta casa? Es un indiano: un español que ha ido a América latina y que ha vuelto a España con mucho dinero. Nos permite descubrir la vida de uno de aquellos indianos.

Hemos elegido un diario íntimo para contar el viaje de un hombre español: Roberto, de su salida de España hasta su nueva vida en Argentina donde ha hecho comercio y agricultura. Y la particularidad de los indianos es que vuelven a su país de origen.

También construyeron muchas casas grandes en España llamadas “casas de indianos” porque eran muy acomodados dinero cuando volvían. Compararemos una casa de indianos antes y después de su viaje.

¡Revivid con nosotros la gran aventura de los indianos!

Una familia española

Una familia española – noticiadenavarra.com

La primera foto está en blanco y negro.

Hay una familia de diez personas, frente a su casa. Miran al fotógrafo pero nadie sonríe, parecen tener una expresión cerrada como un modesto orgullo; solamente dos de ellos tienen una sonrisa.

Están vestidos con ropa vieja y gastada, vemos entonces que no tienen mucho dinero para comprarse ropa nueva cada día. A la derecha vemos a una señora con su máquina de coser: es una cosa cara para la época y no toda la gente podía tener una. Ellos la tienen porque son una familia de zapateros y las necesitan para coser la tela para cubrir los zapatos. A la izquierda vemos a cinco personas que tienen una mesita que tiene de todo un poco, quizás las herramientas del zapatero: un cuchillo para el cuero, un martillo de remendón, escarificadores, ruedas dentadas. Todo lo necesario para un zapatero.

La segunda foto : http://www.flickr.com/photos/prodias/2752405491/#/photos/prodias/2752405491/lightbox/

La segunda foto fue tomada de color: la casa es mucho más grande que la de la otra foto. Y vemos que tiene muchos pisos. Guardaron todos sus muebles dentro de la casa.

Es posible que sea la misma familia, que de regreso de América, hubiera decidido hacer una nueva vida con todo el dinero que se llevaron de allí.

Entonces: cuando los indianos regresaron de América, volvieron ricos.

 

Webografia

Imágenes:

– Wikimédia (https://commons.wikimedia.org/wiki/Accueil)

– Google Imagen (http://www.google.fr/imghp?hl=fr&tab=wi)

– Flickr (http://www.flickr.com/)

 Textos:

– Wikipédia (http://fr.wikipedia.org/wiki/Wikipédia:Accueil_principal)

– Américas (http://www.americas-fr.com/histoire/cortes2.html)

– Libro Les explorateurs (encontrado en la biblioteca de Saint-Georges-lès-Baillargeaux)

Traductor:

– Wordreference (http://www.wordreference.com/)

– Reverso (http://www.reverso.net/text_translation.aspx?lang=FR)

La foto ¿un testigo?

Se trata de una foto. Moisés Ville es una pequeña ciudad en la provincia de Santa Fe en Argentina, fundada el 23 de octubre de 1889 por Judíos de Rusia y Europa del Este, quienes estaba huyendo de los pogroms y las persecuciones.

Ellos fueron financiados y apoyados por la JCA (Jewish Colonización Association) fundada por el Barón Maurice de Hirsch.

En el primer plano vemos a judíos a caballo que entran en la colonización. Vemos su ropa que no parece de todos los días. Parecer más bien ser como una celebración de algo.

En el segundo plano vemos carteles de bienvenida sobre los cuales está escrito “Bienvenidos en la ciudad de Moisés Ville”. Por cierto, es así como se puede identificar que bien se trata de Moisés Ville.

Podemos confirmar que la foto es vieja y los caminos son de tierra.

Aparece sobre todo una fecha, 1889-1964 y una mención: “Aniversario colonización”. Se puede decir que debe de ser el cumpleaños de la ciudad, los 75 años. Tal vez la foto fuera sacada en 1964.

http://www.regionhoy.com.ar/

Diario íntimo de un indiano

¡Hoy voy a ver a mi abuela que vive en Colombres, me cambia de mi pequeña casa de Cádiz! Su casa es realmente alta. Tiene tres pisos, una docena de cuartos para dormir, una biblioteca muy grande con libros viejos, barandilla de escalera de madera, lustres magníficos, litografías, doraduras…

Una vez mis maletas puestas, decidἰ visitar esa casa que no habἰa visto desde hacἰa muchos años. Cuando salí de mi habitación, vi las escaleras que permitἰan ir al tercer piso. Me acordé de que mi abuela me prohibía siempre ir al desván del tercer piso. Miré por encima de la escalera si mi abuela estaba aquí, y comencé a montar la escalera. Había un pequeño corredor con una puerta menos obrada que las de los primeros pisos.

Abrí la puerta y vi una pequeña habitación oscura. No había muchas cosas: dos maletas antiguas y un baúl. Decepcionada de ver que las dos maletas estaban vacías, abrí el baúl. Vi un diario negro con la portada dañada y las páginas amarilleadas. Comencé a leer:

“ El 4 de marzo de 1900:

Son las dos de la mañana, no puedo dormir porque pienso en mi esposa, Anabella y en mi niña, Helena, porque como todos los hombres que están en el barco no tengo elección. La vida en España es muy difícil, no hay comida y en América se puede cultivar porque hay muchas tierras vírgenes.

El 5 de marzo de 1900:

El viaje es muy difícil porque no se tiene mucha comida en el barco, y sólo llegamos en Argentina en un mes.

El 9 de marzo de 1900:

Ésta es la primera vez que veo el mar, hoy he visto peces y aves que vuelan por encima del mar. ¡Es maravilloso! Pero vomité varias veces porque tengo mareo. Espero que el viaje pronto termine.

El 16 de marzo de 1900:

Tengo dolor de espalda porque duermo sobre el suelo que es muy duro. Dicen que llegamos dentro de ocho días.

El 27 de marzo de 1900:

Finalmente, llegamos a Argentina, este país es fenomenal, quisiera que Anabella y Helena estuvieran conmigo. Pero con los otros hombres se trabaja en las tierras que se pueden  cultivar. Si trabajo muy bien, me ganaré mucho dinero y podré volver a España.

El 28 de mayo de 1900:

Desde un mes trabajo en los campos y gano un poco de dinero. Lo envio a mi esposa, para ella y mi niña. No puedo escribir en mi diario mientras tanto, debo trabajar mucho, quiero volver al lado de mi familia lo mas rápido posible.

El 14 de enero de 1903:

Llevo tres años trabajando ahora y me gané mucho dinero, estuve trabajando mucho en los campos. Hay hombres que venden esclavos para ganar dinero pero prefiero trabajar mucho y ganar dinero honestamente. Tengo muchos ahorros y puedo comprar un nuevo terreno virgen para ganar más dinero. Voy a tener que trabajar mucho y no podré escribir más en mi diario.

El 30 de junio de 1910 :

Después de un comienzo difícil, las cosechas son muy buenas y mis ahorros aumentan cada vez más. Dos nuevos hombres me ayudan en los campos. Podemos trabajar más rápidamente. Si eso continúa como hoy, podría volver en España en algún años. Pero la vida y el trabajo son muy difíciles, estoy cansado.

El 8 septiembre de 1919:

He recibido una carta de mi esposa. Dice que está en casa de sus padres y que ella y Helena están vivas. He decidido volver más pronto a España, busco un barco para ir a mi casa.

El 30 de abril de 1920:

Ahora puedo volver a mi casa, estoy hoy en un barco. Tengo mucho dinero y podré construir una nueva casa muy grande para mi querida familia.”

Este diario se termina aquí. No sabía que mi abuela lo tenía en su desván porque mi familia es muy rica mientras que Roberto, el hombre de este diario era pobre. Fijándome un poco, me di cuenta de que la madre de mi abuela se llama Helena como la niña de Roberto. ¿Es una coincidencia ?

Abuelo me cuenta su historia

 

Svyatolav estaba enseñando una foto.

– Abuelo ¡dime lo que es!

– Es mi historia, voy a contártela.

“Bien recuerdo, mis padres me habían pedido que hiciera mi maleta. Subimos al coche de papá. Era muy temprano, ya no recuerdo el trayecto, estaba durmiendo. Estábamos yendo a Ucrania. En aquel momento no sabía por qué nos íbamos. Era para huir de Rusia, de los pogroms. La única cosa que recuerdo es nuestra llegada al puerto. Había barcos por todas partes y sobre todo, había el Weser. Nuestro barco: el Weser.

Las velas estaban izadas. Cuando subí al barco, vi a una niña. Nos miramos. ¡Qué guapa era! Lo que no sabía era que veníamos e íbamos juntos al mismo sitio, que íbamos a conocernos. Había muchas familias, era la primera vez que veía a tanta gente. Parecía ser un hormiguero. Y en un momento, cuando estábamos sobre el puente del barco, mi padre a mi derecha y mi madre a mi izquierda, mis manos cogidas de las de papá y mamá, el barco se puso en marcha. Veía la tierra que se alejaba. Veía mi país alejarse. Veía mis once años que zarpaban y no podía hacer nada. ¿Cuándo podría volver?

El 14 de Agosto de 1889 mis ojos vieron una tierra desconocida, la de Argentina. Cuando bajamos, las familias no sabían adónde ir. Mi padre me decía que nos habían robado nuestras tierras.

El grupo estaba excitado: ¡los hombres gritaban tanto! Finalmente un rabino que se llamaba Henry Joseph nos ayudó. Tenía un contacto: un abogado de la comunidad judía, Pedro Palacios. Aceptó vendernos tierras de la región de Santa Fe donde se estaba construyendo en aquel tiempo la línea férrea a Tucumán. El 28 de agosto 1886, el contrato fue firmado.

El viaje fue terrible. A veces, hablaba con Nina. Lo sabía, me lo había dicho. Me decía que le gustaba leer, que tocaba violín. Durante una velada, había tocado para el grupo. Había visto entonces las caras sonreír, los ojos brillar. Todo el mundo estaba encantado. Pero, por la mañana, tuvimos que seguir nuestro periplo.

Cuando llegamos, estábamos muy cansados. Faltaba algo, algo que estaba mencionado en el contrato. Faltaban los animales, faltaba el apero de labranza… Pero, nadie tenía el ánimo de ponerse nervioso. Dormimos en los vagones de la línea, no lo podíamos en otro lugar. ¡Teníamos hambre!

– ¡Ahí! ¡Toma lo que te doy!

– Muchas gracias.

Sí, los trabajadores de la línea nos daban de comer. Así los colonos empezamos a establecernos en la Argentina: hambre, soledad, sufrimiento sin fin pero unos gestos de solidaridad también.

En todas las veladas, tocaba violín. Distribuía la felicidad. En todas las veladas, tocaba violín, pero, cada vez sentía un poco más de tristeza. Tenía el tifus. En una velada, ya no tocó. Estaba muerta. Estaba tan conmovido, triste. Después de ella, sesenta y tres niños murieron.

Un día, vi a un hombre. ¿Quién era? Estaba bien vestido, era pequeño, gordo. Y lo miraba todo, miraba nuestras vidas. Era W. Loewenthal. Parece que fue él quien nos ayudó.