Bienvenidos al Museo de la Emigración

Mis en avant

Ce blog est une sorte de Musée de l’Emigration.

Créé par les élèves de Seconde C du Lycée pilote innovant international, il héberge des articles, des analyses iconographiques et des témoignages de fiction qui rendent compte du travail mené sur le thème “Les Européens dans le Monde” dans le cadre d’un module interdisciplinaire d’histoire-géographie en espagnol.

Este blog es un poco como un Museo de la Emigración.

Creado por los alumnos de Seconde C del Lycée pilote innovant international, presenta artículos, análisis de imágenes y testimonios ficticios que dan cuenta del trabajo llevado a cabo sobre el tema “Los Europeos en el Mundo” en el marco de una clase interdisciplinaria de historia y geografía en español.

Emigración judía – Editorial

Emigración judía

¿Por qué tratamos de la emigración judía en el siglo XIX?

Ante todo, porque teníamos que hablar de la emigración de los europeos. Elegimos tratar principalmente de la emigración de los judíos en el siglo XIX.

La redacción quiso publicar a un hombre que cuenta la vida de su abuelo, cuando era un niño. Al final del siglo XIX, los judíos perseguidos en Rusia tuvieron que migrar a la Argentina. Después de haber comprado las tierras y de haber llegado, la decepción fue grande. Las tierras que habían comprado no eran disponibles. Pero mediante ayudas pudieron sobrevivir. ¡Es una buena moraleja porque siempre hay que alcanzar sus objetivos y deseos !

Para lo que es de la imagen, elegimos una foto simbólica, la de la ciudad de Moisés Ville, donde vivió el abuelo de nuestro testigo.

La foto ¿un testigo?

Se trata de una foto. Moisés Ville es una pequeña ciudad en la provincia de Santa Fe en Argentina, fundada el 23 de octubre de 1889 por Judíos de Rusia y Europa del Este, quienes estaba huyendo de los pogroms y las persecuciones.

Ellos fueron financiados y apoyados por la JCA (Jewish Colonización Association) fundada por el Barón Maurice de Hirsch.

En el primer plano vemos a judíos a caballo que entran en la colonización. Vemos su ropa que no parece de todos los días. Parecer más bien ser como una celebración de algo.

En el segundo plano vemos carteles de bienvenida sobre los cuales está escrito “Bienvenidos en la ciudad de Moisés Ville”. Por cierto, es así como se puede identificar que bien se trata de Moisés Ville.

Podemos confirmar que la foto es vieja y los caminos son de tierra.

Aparece sobre todo una fecha, 1889-1964 y una mención: “Aniversario colonización”. Se puede decir que debe de ser el cumpleaños de la ciudad, los 75 años. Tal vez la foto fuera sacada en 1964.

http://www.regionhoy.com.ar/

Abuelo me cuenta su historia

 

Svyatolav estaba enseñando una foto.

– Abuelo ¡dime lo que es!

– Es mi historia, voy a contártela.

“Bien recuerdo, mis padres me habían pedido que hiciera mi maleta. Subimos al coche de papá. Era muy temprano, ya no recuerdo el trayecto, estaba durmiendo. Estábamos yendo a Ucrania. En aquel momento no sabía por qué nos íbamos. Era para huir de Rusia, de los pogroms. La única cosa que recuerdo es nuestra llegada al puerto. Había barcos por todas partes y sobre todo, había el Weser. Nuestro barco: el Weser.

Las velas estaban izadas. Cuando subí al barco, vi a una niña. Nos miramos. ¡Qué guapa era! Lo que no sabía era que veníamos e íbamos juntos al mismo sitio, que íbamos a conocernos. Había muchas familias, era la primera vez que veía a tanta gente. Parecía ser un hormiguero. Y en un momento, cuando estábamos sobre el puente del barco, mi padre a mi derecha y mi madre a mi izquierda, mis manos cogidas de las de papá y mamá, el barco se puso en marcha. Veía la tierra que se alejaba. Veía mi país alejarse. Veía mis once años que zarpaban y no podía hacer nada. ¿Cuándo podría volver?

El 14 de Agosto de 1889 mis ojos vieron una tierra desconocida, la de Argentina. Cuando bajamos, las familias no sabían adónde ir. Mi padre me decía que nos habían robado nuestras tierras.

El grupo estaba excitado: ¡los hombres gritaban tanto! Finalmente un rabino que se llamaba Henry Joseph nos ayudó. Tenía un contacto: un abogado de la comunidad judía, Pedro Palacios. Aceptó vendernos tierras de la región de Santa Fe donde se estaba construyendo en aquel tiempo la línea férrea a Tucumán. El 28 de agosto 1886, el contrato fue firmado.

El viaje fue terrible. A veces, hablaba con Nina. Lo sabía, me lo había dicho. Me decía que le gustaba leer, que tocaba violín. Durante una velada, había tocado para el grupo. Había visto entonces las caras sonreír, los ojos brillar. Todo el mundo estaba encantado. Pero, por la mañana, tuvimos que seguir nuestro periplo.

Cuando llegamos, estábamos muy cansados. Faltaba algo, algo que estaba mencionado en el contrato. Faltaban los animales, faltaba el apero de labranza… Pero, nadie tenía el ánimo de ponerse nervioso. Dormimos en los vagones de la línea, no lo podíamos en otro lugar. ¡Teníamos hambre!

– ¡Ahí! ¡Toma lo que te doy!

– Muchas gracias.

Sí, los trabajadores de la línea nos daban de comer. Así los colonos empezamos a establecernos en la Argentina: hambre, soledad, sufrimiento sin fin pero unos gestos de solidaridad también.

En todas las veladas, tocaba violín. Distribuía la felicidad. En todas las veladas, tocaba violín, pero, cada vez sentía un poco más de tristeza. Tenía el tifus. En una velada, ya no tocó. Estaba muerta. Estaba tan conmovido, triste. Después de ella, sesenta y tres niños murieron.

Un día, vi a un hombre. ¿Quién era? Estaba bien vestido, era pequeño, gordo. Y lo miraba todo, miraba nuestras vidas. Era W. Loewenthal. Parece que fue él quien nos ayudó.